Empieza bien, termina mejor
Incluir calentamiento, enfriamiento y estiramientos en tu rutina es esencial para correr de forma segura y eficiente. Durante tus entrenamientos, empieza siempre con un calentamiento activo de 10 a 15 minutos: trote suave, movilidad articular y ejercicios dinámicos como skipping o talones a los glúteos. Esto prepara tu cuerpo y reduce el riesgo de lesiones.
Al terminar, enfría tu cuerpo con un trote muy suave o caminata, seguido de estiramientos suaves de los principales grupos musculares. Este hábito mejora tu recuperación y reduce la rigidez del día siguiente.
El día de la carrera, calienta de la misma forma, pero con especial énfasis en la movilidad y activación muscular, para estar listo sin agotar energía. Después de correr, enfría con una caminata breve, hidrátate bien y estira suavemente.
El día después, el movimiento suave es tu aliado. Camina, haz estiramientos, o realiza una sesión de trote muy suave si lo sientes necesario. Esto ayuda a eliminar la rigidez muscular y favorece una recuperación más rápida.
No subestimes estos pasos: calentar, enfriar y estirar no solo mejoran tu rendimiento, también son claves para evitar molestias y mantener tu cuerpo en óptimas condiciones.